in Liderazgo Ágil

Autoridad personal frente a autoridad institucional

¿Cómo puedes ser un líder si no tienes a nadie a quien dirigir?

Artículo de Evan Leybourn

Traducido y adaptado por: Jorge Valdés Garciatorres


Creo que hemos entrado en una nueva era de negocios: un tiempo de líderes en lugar de gerentes. Hay mucha información disponible sobre cómo ser un líder (liderazgo de servicio, dirección de negocios ágiles, etc., etc.),  pero gran parte de esta literatura se centra en darnos consejos sobre como ser un mejor jefe.

No me malinterpreten, esto es fantástico, no puede llegar lo suficientemente rápido. Pero no todos nosotros somos jefes. ¿Cómo puede ser un líder si no tiene a nadie a quien dirigir?

Aquí es donde tenemos que distinguir entre dos formas diferentes de autoridad:

  • Autoridad institucional: donde se inculca tu autoridad (o tu derecho a dirigir) en virtud del puesto que ocupas en la organización.
  • Autoridad personal: donde tu autoridad (o tu derecho a dirigir) es inculcado por quienes te rodean.

Obviamente, un líder fuerte (en la definición de jefe) debería tener ambos, pero es la autoridad personal lo que me interesa.

La autoridad personal de un individuo sobre ti está fuertemente alineada con a) cuánto confías en su competencia y b) Ambos comparten un propósito común. Un consultor, cuando llega para cambiar una organización, necesita una gran cantidad de autoridad personal.

Hablando de la experiencia, rara vez tienen la autoridad institucional adecuada y, sin embargo, están a cargo de cambiar la forma en que trabajan 1000 personas. En este caso, un consultor trae consigo una competencia conocida en su campo. Lo que deben hacer es generar confianza y un propósito común para tener éxito.

Otro ejemplo, como panelista  habitual, cada vez que subo al escenario, el público me otorga autoridad personal sobre ellos. Puedo pedirles que se pongan de pie y bailen si yo así lo elijo (y lo he hecho :-)) y ellos me seguirán. También puedo perder esa autoridad, si demuestro falta de competencia o si mi charla no es lo que ellos pensaron (confianza / sentido de comunidad) entonces me ignorarán o quizás incluso se salgan de mi conferencia.

Lo mismo es verdad de cada uno de nosotros. Cada uno de nosotros puede aprender a acumular y ejercer autoridad personal dentro de nuestras organizaciones. Y aquí está el secreto, podemos (y debemos) tener autoridad personal sobre nuestro jefe. Mientras seamos competentes, confiables y asertivos, podemos decirle a nuestros jefe lo que se debe hacer.